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CONVERSIONES FALSAS Y VERDADERAS


Cita bíblica: 2-Corintios 13.5

“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” [2-Corintios 13.5]


¿CÓMO SÉ QUE ESTOY REALMENTE SALVO?
¿Qué es lo que le va a importar a usted en el día de su muerte?. Lo que le importará cuando le toque pasar por la muerte y llegar a la presencia de su Creador es, si tiene a Cristo o no, si es salvo o no. No hay nada más importante que nuestra Salvación. En cien años sólo hay una cosa que nos va a importar: Si estamos en el cielo o en el infierno.
Es por esto que el creyente en Cristo Jesús debe estar bien seguro de su conversión. Pablo exhortó a los corintios a que se examinasen a sí mismos para ver si estaban en la fe o no.
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” [2-Corintios 13.5]
“Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo” [1-Corintios 11:31-32]
El Apóstol sabía que había gente en las iglesias de aquel entonces que había “creído en vano” que había creído sin convertirse a Cristo (sin llegar a ser salva).
“Por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois Salvos, si no creísteis en vano.” [1-Corintios 15.2]
Cristo también habló de esta triste realidad de las falsas conversiones (de personas que creían en Él pero que no tenían la salvación).
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” [Mateo 7.21-23]

El propósito de esta enseñanza (y el de las dos que siguen) es el de ayudarle a “examinarse a sí mismo” para que pueda saber si está en la fe o no (si realmente se convirtió al Señor cuando creyó en Él o no). Un análisis de cerca de la parábola del sembrador nos ayudará a entender bien este asunto de las conversiones falsas y verdaderas. Tome su tiempo estudiando estas enseñanzas, si necesita pasar un par de semanas con cada una, está bien, porque lo que va a aprender es sumamente importante.

LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
La parábola del sembrador aparece en los tres Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Es importante en este momento que usted lea la parábola del sembrador en su totalidad.
Por favor, lea los siguientes pasajes antes de seguir con esta enseñanza.
● Mateo 13.1-9 y la interpretación de la parábola en Mateo 13.18-23
● Marcos 4.1-8 y la interpretación en Marcos 4.14-20
● Lucas 8.4-15 (que incluye también la interpretación)

Las definiciones de los elementos de la parábola:
El sembrador es el que “siembra la Palabra”.
“Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar.” [Marcos 4.3]
“El sembrador es el que siembra la Palabra.” [Marcos 4.14]
El sembrador es el predicador. Es el que sale en busca de los pecadores para sembrar la semilla del Evangelio en sus corazones.
Cada cristiano debe ser un sembrador porque todos tenemos el deber de testificar del Señor Jesucristo y así evangelizar a los inconfesos.
La Semilla es la Palabra de Dios. Sembramos predicando y enseñando la Biblia (o sea, hablando con otro acerca de la Palabra).
“Esta es, pues, la parábola: La semilla es la Palabra de Dios.” [Lucas 8.11]

Los cuatro tipos de tierra son cuatro diferentes tipos de personas que oyen la Palabra de Dios.
A. El primer tipo de tierra: La semilla de la Palabra puede caer “junto al camino”.
“Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la Palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la Palabra que se sembró en sus corazones.” [Marcos 4.15]
B. El segundo tipo de tierra: La semilla de la Palabra puede caer en (tierra con muchas piedras).
“Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la Palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la Palabra, luego tropiezan.” [Marcos 4.16-17]
C. El tercer tipo de tierra: La semilla de la Palabra puede caer “entre espinos”.
“Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la Palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la Palabra, y se hace infructuosa.” [Marcos 4:18-19]
D. El cuarto tipo de tierra: La semilla de la Palabra puede caer en “buena tierra”.
“Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la Palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.” [Marcos 4.20]
La “tierra” en estos pasajes se refiere específicamente al corazón del hombre que oye la predicación de la Palabra de Dios. El corazón es lo interior del ser humano, lo más profundo de su ser y la fuente de sus pensamientos.
“Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la Palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la Palabra que se sembró en sus corazones.” [Marcos 4.15]

Las definiciones de los cuatro tipos de tierra en la parábola
Observe en lo que sigue, que tres de los cuatro tipos de tierra no producen la Salvación. No producen ninguna conversión o (en algunos casos) resultan en una falsa conversión.
 

1. La semilla “junto al camino”: El que oye y olvida.
“Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron.” [Mr. 4.3-4]
“El sembrador es el que siembra la Palabra. Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la Palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la Palabra que se sembró en sus corazones.” [Marcos 4.14-15]
A. Es una triste realidad que a muchos que oyen el Evangelio, se les olvida porque Satanás (llamado “el malo” en Mateo 13.19 y “el diablo” en Lucas 8.12) quita la Palabra que se siembra en su corazón.
B. Muchos que oyen el evangelio simplemente no lo entienden.
“Cuando alguno oye la Palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.” [Mateo 13.19]
C. El dios de este siglo (el diablo) ha cegado su entendimiento, quiere estorbar la obra de Dios y lo hace quitando la semilla que está sembrada en los corazones.
“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del Evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” [2-Corintios 4.3-4]
D. Los escribas y los fariseos son buenos ejemplos de este tipo de tierra. Cristo sembraba la semilla de la Palabra de Dios en sus corazones, pero ellos no quisieron recibirlo y por tanto el diablo se la arrebató.

2. La semilla “en pedregales”: El que oye y cree (por un tiempo).
“Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.” [Marcos 4.5-6]
Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la Palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la Palabra, luego tropiezan. [Marcos 4.16-17]
A. Este es el “falso convertido” y es tan importante que entendamos este asunto que vamos a analizarlo más a fondo luego.
B. Estas personas oyen la Palabra y la reciben con gozo. O sea, oyen el evangelio y creen (son “creyentes”), pero sólo por un tiempo.
“Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.” [Lucas 8.13]
C. Cuando el “sol” de las pruebas (la tribulación, la tentación y la persecución) sale, estos “creyentes” se apartan de la fe y así su falsa conversión se manifiesta.
D. Pablo habla de estos “falsos convertidos” en su primera carta a los corintios.
“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la Palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.” [1-Corintios. 15.1-2]
i. La mera creencia no es suficiente para ser salvo. Uno tiene que arrepentirse primero para luego creer en el Señor Jesucristo para la salvación.
ii. Si alguien sólo cree (sin arrepentirse), ha creído en vano y cuando la vida cristiana se le pone difícil (cuando sale el “sol de las pruebas”), se aparta de la fe y vuelve al mundo y al pecado.
E. Estos falsos convertidos son los que “profesan conocer a Dios” pero con sus hechos lo niegan. Son reprobados el tiempo y las pruebas lo sacará todo a relucir.
“Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas. Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.” [Tito 1:15-16]
F. Pablo sabía que había falsos convertidos aun en la Iglesia del primer siglo, durante su ministerio. Por esto, exhortó a los creyentes a examinarse para ver si estaban en la fe.
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” [2-Corintios 13.5]
G. Demas es un buen ejemplo de este tipo de “tierra” (de corazón; de “creyente”). Su conversión fue falsa y por tanto con el paso del tiempo él se apartó de la fe amando este mundo.
“Porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica.” [2-Timoteo 4.10]
i. El que ama este mundo es enemigo de Dios.
“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” [Santiago 4.4]
ii. El enemigo de Dios (el que, como Demas, ama este mundo) necesita la reconciliación en el Señor Jesucristo. O sea, no tiene la salvación y por lo tanto debe arrepentirse de sus pecados para poner su fe en el Señor.
“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida." [Ro.5.10]

3. La semilla “entre espinos”: El que oye y se va.
“Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto.” [Marcos 4.7]
“Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.” [Marcos 4.18-19]
A. Este es un caso de sembrarse la semilla entre “espinos”. Los espinos forman un cuadro de lo siguiente:
i. El afán de este siglo.
ii. El engaño de las riquezas.
iii. Las codicias de otras cosas.
iv. Los placeres de la vida (que incluyen los placeres del pecado; Hebreos 11.25).
“La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes, las riquezas, los placeres de la vida, y no llevan fruto.” [Lc.8.14]
B. Esta es otra ocasión de alguien que oye el evangelio pero que no se convierte.
i. Muchos quieren ver el principio de 2-Timoteo 2.4 en este tipo de tierra.
“Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.” [2-Timoteo 2.4]
a. En esta parte de la parábola del sembrador algunos ven al cristiano que se ha enredado en los negocios de este mundo (las deudas, una carrera, el “éxito” secular, etc.).
b. Cuando un santo hace esto, su vida y su andar en Cristo no producen fruto. Los afanes de este siglo, el engaño de las riquezas y los placeres de la vida “ahogan” la semilla del evangelio y por lo tanto no produce fruto.
c. Aunque esta podría ser una buena manera de aplicar esta parte de la parábola personalmente, no es lo que el pasaje dice.
ii. En Marcos 4.19, la Biblia dice que “la semilla” que se sembró entre los espinos “se hace infructuosa”. Observe que es la semilla que es infructuosa—que no produce fruto.
a. La semilla no crece porque los espinos la ahogan. No es que la semilla crezca y luego no haya fruto. Más bien, la semilla no crece. No llega a ser una planta.
b. Esto sucede cuando se siembra la semilla del evangelio en el corazón de uno que está tan enredado en el afán de este siglo o en las codicias de una “vida exitosa” que aunque oye, pronto olvida.
C. El ejemplo de este tipo de tierra es el joven rico de Lucas 18 que quería heredar la vida eterna:
“Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios.
Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico.
Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!” [Lucas 18.18-24]
i. (Luc 18.18-22) Él oye la Palabra. El Gran Sembrador siembra la semilla en su corazón.
ii. (Luc 18.23-24) Pero, las riquezas de este mundo ahogaron la semilla y se hizo infructuosa. Este joven rico se fue sin la Salvación, todavía en sus pecados.
a. Él es, entonces, un buen ejemplo de alguien que “oye y se va” porque hay otras cosas más llamativas en este mundo (los “espinos” que ahogan el evangelio).
b. Este joven es como muchos hoy en día que, al oír el evangelio deciden dar prioridad a las riquezas de este mundo pensando que luego arreglarán cuentas con Dios. No obstante, la semilla se ahoga entre todos los afanes de este siglo y nunca lo hacen.

4. La semilla en “buena tierra”: El que oye, entiende y se convierte.
“Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.” [Marcos 4.8]
A. Esta persona oye la Palabra del evangelio y...
i. ...la entiende,
“Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la Palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” [Mt.13.23]
ii. ...la recibe,
“Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la Palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.” [Marcos 4.20]
iii. ...la retiene,
“Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la Palabra oída, y dan fruto con perseverancia.” [Lucas 8.15]
iv. ...y da fruto con perseverancia.
“Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.” [Lucas 8.15]
B. Hemos de entender que la tierra del corazón de uno se hace “buena” a través de la preparación por el sembrador. No hay nadie que tenga un “buen corazón” naturalmente (Romanos 3.9-12). Hay que prepararlo con el arado de la Ley.
i. Ningún agricultor tiraría semilla sobre tierra que todavía está dura. Primero usa el arado para quebrar la tierra, levantarla y suavizarla. Al ararla se descubren también las piedras que tendrán que quitarse antes de sembrar la semilla.
ii. La Ley de Dios en la boca del evangelista es como el arado en la mano del labrador (el que quiere sembrar la semilla y ver una buena cosecha).
“Porque así dice Jehová a todo varón de Judá y de Jerusalén: Arad campo para vosotros, y no sembréis entre espinos.” [Jeremías 4.3]
a. Al enseñarle la Ley al pecador—al darle un entendimiento de lo que la Ley moral de Dios dice—uno está quebrando la tierra dura de su corazón inconfeso.
b. El arado es afilado. Se mete fácilmente en la tierra, la quiebra, la levanta, le da vuelta suavizándola y la prepara para recibir la buena semilla del evangelio.
iii. Este es el “uso legítimo” de la Ley de Dios—la Ley moral que se expresa en los diez mandamientos. Se usa en el evangelismo para darle al pecador el conocimiento de sus pecados delante del Creador (o sea, para preparar la tierra del corazón para recibir la semilla del evangelio de la gracia de Dios).
“Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado.” [1-Tim.1:8-11]
a. Cuando el pecador oye la predicación de la Ley, entiende que ha pecado y que ha pecado contra su Dios (porque ha violado la Ley de Dios).
“Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” [Romanos 3.19-20]
b. Por este entendimiento, el pecado “abunda” y el pecador ya está listo para oír de la gracia de Dios (de lo que Dios hizo para librarlo de su culpabilidad en el día del juicio y de la ira que está por venir).
“Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.” [Rom. 5.20]
c. De esta manera la Ley es como un ayo (un ayudante, un educador) que lleva al pecador a Cristo para que sea justificado por la fe.
“De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.” [Gálatas 3.24]
d. La Ley, entonces, como un arado, se mete en la dura tierra del corazón incrédulo y lo quiebra suavizándolo y levantando las “piedras del pecado” a la superficie. Es en este momento que uno puede quitar estas piedras por medio del arrepentimiento.
iv. La tierra del corazón se queda “buena y recta” por medio del arrepentimiento.
“Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con
perseverancia.” [Lucas 8.15]
a. Si alguien conoce sus pecados por medio de la Ley (la Ley define lo que es pecado: es cualquier infracción de la Ley; 1Jn 3.4), debe “sacarlos de la tierra de su corazón” arrepintiéndose: Confesando sus pecados a Dios y apartándose de ellos.
“El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” [Proverbios 28.13]
b. Un buen entendimiento de la Ley de Dios crea un temor santo en el corazón del hombre. Por ejemplo, vea la reacción de los israelitas después de que Dios les entregó la Ley moral de los diez mandamientos.
“Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.” [Éxodo 20.18-20]
c. Por esto hay que usar la Ley legítimamente. Sólo así se puede preparar el corazón del pecador para recibir la semilla del evangelio de la gracia de Dios. El entendimiento de la Ley crea un santo temor en el corazón del hombre y esto es bueno porque sólo así se arrepentirá (se apartará de su maldad).
Con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor de Dios los hombres se apartan del mal. [Proverbios 16.6]
C. Antes de ir a la siguiente sección, observe dos cosas en el contexto de la buena tierra del que oye el evangelio y se convierte al Señor.
i. En primer lugar, la evidencia de una verdadera conversión a Cristo (de que alguien recibió la salvación, el perdón de pecados y la vida eterna) es el fruto.
“Más la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la Palabra oída, y dan fruto con perseverancia." [Lucas 8.15]
ii. En segundo lugar, otra indicación de que alguien realmente tiene la salvación es que “retiene” la Palabra y da su fruto “con perseverancia”. No se aparta de la fe como el falso convertido (como nuestro ejemplo, Demas).
“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.” [1-Corintios 15.1-2]


NOTA: Entre los cristianos hoy en día existen algunas falsas enseñanzas como:
1. El propósito de la parábola del sembrador es el de mostrarnos que sólo uno en cada cuatro personas se convertirá cuando se predica el evangelio.
2. Todos los que creen son salvos.
De los principios bíblicos enseñados en esta lección, usted puede entender que estas enseñanzas son erradas y el por qué.
1. La parábola del sembrador nos muestra principios claves acerca del evangelismo. Cristo no enseñó esta parábola para animarnos debido a los resultados desalentadores del evangelismo. Lo enseñó para mostrarnos que, primero, hay que preparar la tierra del corazón del inconfeso antes de sembrarle la semilla del evangelio. Para esto Dios nos dio la Ley.
De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. [Gálatas 3.24]
Además, la parábola del sembrador nos muestra que siempre habrá falsos convertidos cuando se predica el evangelio.
2. No todos los que creen son salvos. Satanás y los demonios creen y ellos no son salvos. Cristo habló acerca de los que le dirían “Señor, Señor” que no serán salvos. Pablo también menciona a los que creen en vano (o sea, creen en Cristo sin lograr nada).

Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. [Santiago 2.19]
“Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios,
y en tu nombre hicimos muchos milagros?” [Mateo 7.22]
“Por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.” [2-Corintios 15.2]

El verdadero convertido es el que se arrepintió de sus pecados para luego creer en el Señor Jesucristo para salvación. El que “cree en vano” es el que “cree únicamente” (sin arrepentimiento). Vamos a estudiar este tema más a fondo en las siguientes dos enseñanzas.

 





Preparado por: Ministerios Juan de Dios Castro López